Esto puede ser una carta de adiós cortés.
Entre dos personas. Privada.
Si vas a responder te ruego hagas como yo. Lo he meditado largo antes de saber bien lo que realmente quería decirte.
Es bueno pensar antes de hablar. Tanto como de actuar. Así que no me escribas mañana mismo.
No lo hagas nunca si eso.
Pero ante todo no a lo rápido.
No se que pasó. Que os influenció.
Espero al menos que sea algo que yo haya hecho.
Y que seas tú quien lo haya visto o padecido.
O que simplemente hayáis descubierto una noche que te caigo mal.
Pero que no hayan sido palabrerías de la gente. De alguien acostumbrado a hacerse oír por simple cara bonita, dura o prestancia hablando de quien no está y sabiendo, quizá mucho; de defectos propios reflejados en el ajeno ausente.
Si tu supieras lo retorcidas que pueden ser las relaciones sociales en aquelas tierras. Contrástalo siempre TODO. Cada información.
Si tienes previsto quedarte en ese planeta algún tiempo verás a la larga que nadie es lo que parece. Por bien y por mal.
Y si los bulos te han influido recuerda las veces que te han equivocado en la vida. Las palabras más peligrosas son las elocuentes. Las convincentes.
Pero si lees entre líneas verás que cuando la gente habla de los demás cuentan de sí mismos más de lo que creen.
De lo que querrían.
La gente que habla bien habla de cal y arena. La que solo habla de cal suele ser gente con envidias.
No hay nada más peligroso, por ejemplo que dormir en la misma cama que la mejor amiga de tu mujer y no tocarla. (O de tu hombre).
O si lo hay: tocarla.
Dios me libró.
No conozco casi a tu compañera merecido o no tiene derecho a hacerme aquel vacío que sentí. Nadie está obligado a sonreír o lo que sea. A quien sea.
Quizá se dio así a conocer.
Recuerda y aprende.
Solo eso.
No espero más.
Ya que no es muy usual que la gente rectifiquéis. Pero cuando pasa es un gran tesoro. Un honor que saboreamos para los restos.
Si fuera el caso de que los rumores os han influenciado ya es tarde en esta ronda.
Simplemente no dejes que se repita.
No vuelvas a perder a otra gente por habladurías.
Manque fueran ciertas. Conoce por ti mismo. No hay atajos. Solo callejones.
Yo jamás hice caso de lo que decían de tu supuesto pasado. De viejas marcas. Estigmas- del mío decían que era un tiro de sal en la frente (¿¡!?) – y al final tuve yo razón.
La verdad tiene muchos colores.